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Sábado, 23 de octubre de 2021

Vigésima novena semana del tiempo ordinario

Lucas 13, 1-9

Amigos, el Evangelio de hoy nos presenta la parábola de una higuera que no da fruto.

Esto es algo usual en la literatura teológica de Israel: el árbol que no da fruto evoca la persona moral que no produce fruto espiritual. Cada persona tiene una misión: ser conducto de la gracia divina en el mundo. Como planta enraizada en Dios —piensen en la imagen de la vid y los sarmientos de Jesús— estamos destinados a producir frutos del amor, la paz, la compasión, la justicia, y la no violencia.

Y ello no debería realizarse con esfuerzo. Cuanto más nos acercamos a Dios, nos volvemos más llenos de vida. Pero el misterio del pecado es que resiste la invasión de Dios; preferimos seguir nuestro propio camino; nos aferramos a nuestras propias prerrogativas y nuestra propia y estrecha libertad. Y el resultado es que nos falta vida. Sentimos como una depresión, como si la vida no llegase a ningún lado; en el lenguaje de Dante, es como estar “perdidos en un bosque oscuro”.

En la parábola de Jesús, el viñador le ruega al propietario una oportunidad más para abonar el árbol y cavar a su alrededor, con la esperanza de que vuelva a la vida. Pero si esa vida no llega, el árbol será cortado. Esta es una llamada de urgencia que se repite una y otra vez en la Biblia. Podemos quedarnos sin tiempo. Podemos volvernos tan resistentes a la gracia de Dios que nuestras hojas se empiezan a secar. Esto no es una venganza divina; es algo de la física espiritual.

¡Así que no tengas miedo de Dios! Entregate a Él.




Word on Fire Catholic Ministries, PO Box 97330, Washington, DC 20090-7330, United States

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