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Jueves, 14 de octubre de 2021

Vigésima octava semana del tiempo ordinario

Lucas 11, 47-54

Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús lanza un feroz ataque contra los estudiosos de la Ley.

El Hijo enseña, sana, predica y perdona a quienes se sienten lejos de la misericordia de Dios. Él es la mano que el Padre extiende a los pecadores y a los que están perdidos. Y de la misma manera, Él es juez de un mundo pecador. Cuando aparece la Luz del Amor perdonador de Dios, las sombras del pecado se vuelven más profundas y más obvias. A la luz de Él ya no hay dónde esconderse. Y Jesús, la Palabra del Padre, vocaliza este juicio: “¡Ay de ustedes, doctores de la ley, porque han guardado la llave de la puerta del saber! Ustedes no han entrado, y a los que iban a entrar les han cerrado el paso”.

El Hijo nos dice todos aquellos poderes que se oponen a las intenciones creativas y amorosas de Su Padre. Él habla con palabras de enjuiciamiento a un mundo que se vuelto acogedor al pecado. Él “canaliza” todos los sentimientos del Padre hacia el mundo: amor intenso y perdonador hacia todos aquellos que están perdidos, y un odio igualmente intenso hacia las estructuras de la oscuridad.




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